Rodolfo Rossi acaba de salir de la oficina. Viste un sweater gris oscuro, una camisa blanca y un pantalón de gabardina. Viene a relatar una hazaña, aunque ni en su vestimenta ni en su físico puedan leerse señales de desafío extremo. Como si se tratase de una obra en la que a los personajes se los terminar de habitar a partir de un vestuario y una escenografía, el ultramaratonista aparece al verlo cambiado, listo para entrenar, enfundado en una campera negra, un short azul y zapatillas verde fluorescente. Sus piernas refuerzan su rol de deportista: son fuertes, tonificadas y ágiles. Entrenadas desde hace treinta años para enfrentar el desafío de su vida: correr 5.140 kilómetros, uniendo la ruta 40, desde La Quiaca hasta Ushuaia.
La pasión por correr nació mucho antes del fenómeno del running, en unas vacaciones en Punta del Este. Rodolfo paseaba con sus padres y su hermana. Era de noche, la calle estaba cortada y había mucha gente. La familia avanzó entre la multitud y Rodolfo, de 9 años, se subió a los hombros de su padre para ver qué ocurría. “Tres corredores pasaron delante de nosotros. A 200 metros estaba el cartel de llegada. Verlos atravesar la meta fue único. Se me puso la piel de gallina y la imagen me quedó grabada”, reconstruye.
Desde ese día, se propuso volver como corredor. Durante un año, entrenó dando vueltas a la plaza San Martín, en Retiro. Semanas antes de la carrera, ya en Punta del Este, se impuso correr 8 kilómetros en el menor tiempo posible. Su padre lo seguía en su auto, con un cronómetro en la mano. “Llegó el día, hice la fila, quise anotarme y me rebotaron. Tenía que tener 14 años para entrar. Me quedé con mucha rabia”. A la frustración le ganó la astucia: al año siguiente, su padre se inscribió en la competencia y fue Rodolfo el que corrió. “Esa fue la carrera que me metió en el mundo del atletismo”.
Hoy, con 40 años y convertido en un ultramaratonista profesional, lo obsesiona atravesar a trote la ruta más extensa de la Argentina. “El que corre siempre quiere llegar a algún lado. Yo quiero recorrer el país desde el Norte hasta el final”, dice. Para eso entrena hasta el cansancio, corre los 9 kilómetros que separan su casa del trabajo, corre en el almuerzo, corre al regresar a su casa y corre todas las noches, cuando su esposa y sus dos hijos, de 6 y 7, duermen. “Siempre me hago amigo de los encargados o serenos”, se ríe. Ellos son los testigos nocturnos de la construcción del objetivo. También lo son las más de 14 mil personas que siguen las novedades que publica en la página “Corre 40” de Facebook. Ahí, se pueden realizar aportes: lo donado será transferido a tres ONG.
Rodolfo planea hacer entre 72 y 84 kilómetros por día, un poco más que lo que demanda ir caminando a Luján. En dos meses y 15 días calcula completar la experiencia. Mientras atraviese paisajes tan disímiles como la cruenta aridez de la Puna o los lagos y montañas del sur, tampoco estará solo. Ya se organizaron grupos de corredores que lo acompañarán, a lo Forrest Gump, en distintos tramos. “Correr es recomendable para todo el mundo. Te enseña a sobrellevar situaciones de dolor y de esfuerzo. Es quebrar barreras”.
Fuente:www.clarin.com y pagina de facebook corre 40
Dice Rodolfo: Quiero compartir con ustedes una gran noticia! CORRE 40 fue declarado de Interés Turístico Nacional por el Ministerio de Turismo de la Nación.
Además de sumar Kms en favor proyectos educativos para lograr igualdad de oportunidades, y de transmitir que todo sueño es posible si se realiza con pasión, otro de nuestros objetivos es difundir las diferentes geografías y culturas de las 11 provincias que atraviesa la Ruta 40. Juntos uniremos la Argentina de Norte a Sur. Muchos de Uds. se sumarán corriendo en distintos tramos. Juntos disfrutaremos de esta aventura que atravesará lugares sorprendentes y unirá pueblos de nuestro increíble país. Cada vez falta menos. Nos vemos en la ruta.
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