La medalla de oro que Jesse Owens consiguió en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 fue subastada y vendida por 1,02 millones de euros, un precio récord. El futuro poseedor de este objeto mítico de la historia del deporte es el copropietario de los Pittsburgh Penguins de la NHL.
Fuente : Eurosport
La medalla de oro que Jesse Owens ganó en los 100 metros lisos en los Juegos Olímpicos de 1936 es, posiblemente, uno de los objetos más venerados dentro del mundo del atletismo. El estadounidense consiguió una victoria no solo ante sus competidores, sino también ante Adolf Hitler, presente en el palco en el estadio Olímpico de Berlín.
23 años después del fallecimiento del icónico atleta, aquella medalla de oro fue subastada en Estados Unidos, alcanzando un precio récord de 1,02 millones de euros (1,4 millones de dólares). Su nuevo dueño a partir de ahora será Ron Burkle, copropietario del equipo de hockey sobre hielo Pittsburgh Penguins.
El magnate hizo la puja más alta en una subasta celebrada en California. La hija del velocista, Marlene Owens, declaró poco antes de la subasta que "esperamos que la consigua una institución donde el público pueda tener accesoa ella, un museo o algo por el estilo", según declaraciones recogidas por Associated Press.
A pesar de haber caído en las manos del magnate, su intención es la de crear un recorrido educativo a través de objetos que han sido claves en la historia deportiva y cultural deEstados Unidos. Entre sus múltiples poosesiones está el Premio Nobel de Literatura de 1949 concedido a William Faulkner.
Una medalla viajera
A pesar de su tremendo valor deportivo e histórico-social, la medalla de Jesse Owens no ha estado siempre en manos de su legítimo propietario. El atleta se la regaló a su amigo y actor Bill Robinson, que ayudó al atleta a conseguir un trabajo en el mundo del espectáculo cuando regresó de Berlín.
La medalla fue vendida por la viuda de Robinson a la casa de subastas, una vez confirmada por la familia directa de Owens que la presea era la auténtica. Una parte del dinero recaudado por su venta irá a parar a la Fundación Jesse Owens, destinada a mantener vivo el legado del velocista.
La medalla batió todos los récords, superando a la copa de plata que se le entregó al primer vencedor del maratón en los Juegos Olímpicos de 1896, los primeros de la era moderna. Aquel trofeo se quedó en 631.920 euros, casi la mitad de lo que ha alcanzado el oro conseguido por Owens en claro desafío al régimen nazi instaurado por Hitler en 1936.
23 años después del fallecimiento del icónico atleta, aquella medalla de oro fue subastada en Estados Unidos, alcanzando un precio récord de 1,02 millones de euros (1,4 millones de dólares). Su nuevo dueño a partir de ahora será Ron Burkle, copropietario del equipo de hockey sobre hielo Pittsburgh Penguins.
El magnate hizo la puja más alta en una subasta celebrada en California. La hija del velocista, Marlene Owens, declaró poco antes de la subasta que "esperamos que la consigua una institución donde el público pueda tener accesoa ella, un museo o algo por el estilo", según declaraciones recogidas por Associated Press.
A pesar de haber caído en las manos del magnate, su intención es la de crear un recorrido educativo a través de objetos que han sido claves en la historia deportiva y cultural deEstados Unidos. Entre sus múltiples poosesiones está el Premio Nobel de Literatura de 1949 concedido a William Faulkner.
Una medalla viajera
A pesar de su tremendo valor deportivo e histórico-social, la medalla de Jesse Owens no ha estado siempre en manos de su legítimo propietario. El atleta se la regaló a su amigo y actor Bill Robinson, que ayudó al atleta a conseguir un trabajo en el mundo del espectáculo cuando regresó de Berlín.
La medalla fue vendida por la viuda de Robinson a la casa de subastas, una vez confirmada por la familia directa de Owens que la presea era la auténtica. Una parte del dinero recaudado por su venta irá a parar a la Fundación Jesse Owens, destinada a mantener vivo el legado del velocista.
La medalla batió todos los récords, superando a la copa de plata que se le entregó al primer vencedor del maratón en los Juegos Olímpicos de 1896, los primeros de la era moderna. Aquel trofeo se quedó en 631.920 euros, casi la mitad de lo que ha alcanzado el oro conseguido por Owens en claro desafío al régimen nazi instaurado por Hitler en 1936.
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