20 años y el récord de Mayo sigue intocable
Aún no aparece nadie que bata los 2.33 metros que saltó Gilmar Mayo el 17 de octubre de 1994.
La sonrisa de Gilmar Mayo perdura en el tiempo tanto como su récord en el salto alto.
El pasado 30 de septiembre, el exatleta que nació en Pailitas, César, festejó sus 45 años de edad, y este 17 de octubre tendrá un nuevo motivo para sentirse orgulloso luego de una gesta histórica que llega a 20 años de duración y que nadie en Suramérica ha podido igualar o superar: los 2.33 metros que implantó en Pereira 1994.
No solo en su memoria sino también por medio de fotografías que guarda como reliquia, Gilmar aún recuerda que a las 3:44 de aquella tarde de octubre su nombre quedaría inmortalizado en Colombia y en el continente.
"Fue muy bueno lo que hice", expresa el exatleta, en medio de sentimientos encontrados, y tras su retiró del deporte de alta competencia en 2010.
Con la franqueza y espontaneidad que lo caracteriza, Gilmar indica que si él "apareció" y logró cosas importantes, "en algún momento también tendrá que aparecer un deportista con cualidades y ambiciones parecidas a las mías", pero dejó claro que es muy complicado que esto se dé si en Colombia se sigue compitiendo con "hambre".
"Hay que prestarle mucha atención a los atletas que van saliendo, para saber para dónde van y cuáles son sus sueños, que no se vean truncados por la necesidad de calmar su hambre", indicó Gilmar.
El ahora técnico de atletismo en Chocó, no dudó en afirmar que su marca sigue vigente, porque "la realidad de apoyo al deportista colombiano es muy limitada, incluso desde sus inicios", pero señaló que tiene entendido que se está trabajando para mejorar la situación.
Mayo no cree que esta modalidad esté estancada en el país, e indica que es necesario crear políticas deportivas que mejoren la calidad de vida de quienes, con sus méritos, muestran talento.
Manifiesta que para romper su marca se requiere poner más atención a departamentos potencia, entre ellos Chocó, donde los atletas, por condiciones y biotipo, tienen las cualidades pero no el apoyo para salir adelante.
En Antioquia, región que lo arropó y le brindó la comodidad para explotar su talento, Mayo encontró la puerta al éxito. "Ese fue el secreto para llegar lejos, que este departamento, de buena organización administrativa y deportiva, me acogiera y brindara la posibilidad de desarrollo".
El orientador no se atreve a decir quién puede seguir sus pasos, pero afirma que hay mucha gente buena con las características suficientes para dejar huella.
Jalith Mayo Castrillón, el padre de Gilmar, manifestó que con una mejor organización y respaldo no es necesario que los atletas criollos vayan a entrenar al extranjero, pues tiene la plena confianza que desde Colombia se puede hacer la diferencia.
Fuente: JHEYNER A. DURANGO HURTADO para www.elcolombiano.com/
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